La historia parte con una anécdota: “Hace muchos años, a fines de los 70 del siglo pasado, una bibliotecaria de Nueva York que había viajado a Japón me habló de una especie de teatrito, el kamishibai. Era una antigua tradición de vendedores ambulantes que hacían funciones en las plazas y mercados. La tradición se había perdido, pero las bibliotecarias japonesas la rescataron y la estaban usando con mucho éxito. Aunque solo tenía la descripción del kamishibai y nunca había visto uno, esta idea de ir pasando láminas mientras se narra una historia me pareció muy atractiva”.
Verónica Uribe recuerda, como si fuera hoy, ese relato que marcó el inicio de su inquietud por el kamishibai. Pero no fue sino hasta el 2005 que la editora y fundadora de Ediciones Ekaré Sur vio por primera vez, gracias a Berta Concha, uno de esos teatritos que solo conocía por descripciones.
Cuatro años más tarde, en 2009, la editorial comenzó a desarrollar el proyecto del Pequeño Teatro de Papel y su colección de cuentos en formato de láminas.
“Hicimos una variación importante”, explica Verónica. “En el kamishibai original, el contador va sacando y volviendo a colocar las láminas en el teatrito, lo que resulta complicado si no se ha practicado mucho. También el contador tiene un rol destacado: se coloca a veces al lado del teatrito y se dirige de frente a la audiencia, interpelándolos y haciendo una narración personal del cuento. Nosotros queríamos que fuera un modo sencillo de contar, que cualquiera pudiera hacerlo. Entonces, decidimos poner el texto completo en el reverso de la última lámina. El narrador puede estar sentado, detrás del teatrito, sin exposición al público, (esto ayuda sobre todo a los que tienen miedo escénico) y con el texto en frente que puede ir leyendo a medida que pasa las láminas”.
El diseño de ese primer teatrito estuvo a cargo de Pedro y Martín Uribe, los mismos que lo fabrican en su taller hasta el día de hoy. El prototipo original tenía dos puertas y una pestaña superior que se alzaba al inicio de la narración.
Después, a lo largo de los años, se probaron otros tamaños, diseños y materiales para ver cómo funcionaban. “En los primeros, vimos que la manilla era muy sobresaliente y se salía o se quebraba, y que la tercera puerta que abría hacia arriba, a veces se caía durante la función. Hemos tenido varios modelos y probablemente probaremos otros en el futuro. Siempre el reto en la fabricación de los teatritos ha sido lograr el mejor diseño sin perder la calidad y el carácter artesanal del objeto”, dice Pedro Uribe.
La versión más reciente del Pequeño Teatro de Papel mantiene el uso de la madera como materia prima, pero incorpora el acabado de melamina para facilitar su mantención y la durabilidad del teatrito. Tiene dos puertas laterales, y es más liviano y fácil de manipular que el modelo original.
“El mayor disfrute durante la fabricación de los teatritos es saber que este objeto será una herramienta que motivará a los niños a transformarse en potenciales lectores. Esto es suficiente aliciente como para que la fabricación y sus dificultades se transformen en la satisfacción de lograr un objeto artesanal con los mejores acabados y el mejor diseño, para la facilidad del narrador del cuento y los espectadores”, dice Pedro.
Los cuentos y la forma de narrar
Actualmente, la editorial tiene más de una decena de historias desarrolladas para este formato. Algunas recogen cuentos de la tradición oral, como La Tortilla Corredora y sus nuevas Aventuras en el aire o El Sol, la Luna y el Agua, y otras son versiones de exitosos libros de nuestro catálogo, como La otra orilla, ¡Bravo, Rosina!, Rojo corazón o Conejo y sombrero. También hay algunas historias que solo existen en formato de láminas, como El lobo y los siete cabritos, La ronda de la zanahoria y Ayilén y la luna.
A fines de 2019, cuatro nuevos cuentos se sumaron a esta colección: La Caperucita Roja y el Lobo Feroz, Un día soleado, Los héroes del tsunami y el regreso de El espejo mágico.
No cualquier historia se adapta bien al teatrito. Verónica Uribe explica: “Con la experiencia de hacerlas y de ver a muchos narradores usando el kamishibai con diferentes tipos de cuentos, ya se adivina cuál historia puede funcionar bien. Los cuentos tradicionales, con su sabiduría narrativa, son los más populares: las rimas en medio de la narración, las canciones y las onomatopeyas ayudan a darle vida al relato. Y lo más increíble es ver cómo, este medio tan sencillo, tan lejos de la tecnología actual, atrae a niños y adultos”.
Si bien la lectura de un cuento en el Pequeño Teatro de Papel es sencilla y no hay que ser un narrador experimentado, de todas maneras antes de empezar se recomienda familiarizarse con la estructura del teatrito y también con el texto, para poner la entonación más adecuada para cada escena. El escritor, investigador y académico Manuel Peña Muñoz es además un reconocido narrador y promotor del kamishibai, al igual que la mediadora y cuentacuentos Pepa Díaz. Ambos nos entregan sus consejos prácticos para leer cuentos en el teatrito en este enlace.
“El kamishibai es algo especial, distinto a nuestra tarea principal que es hacer libros ilustrados para niños, pero el teatrito los acompaña bien. Es una forma de promoción, de decir, mira qué divertido puede ser escuchar y ver una historia”, dice Verónica. “Hace un tiempo caminaba por una plaza cerca de mi casa y estaban celebrando un cumpleaños. La atracción principal era el teatrito. La madre leía los cuentos y, aunque no era una experta, los niños pedían más y más”.
Los consejos de Manuel Peña Muñoz:
Los consejos de Pepa Díaz:
Contar historias en el Pequeño Teatro de Papel: cinco valiosas sugerencias
La historia del kamishibai:
https://vivaleercopec.cl/reportajes/la-historia-del-kamishibai/
Instrucciones para utilizar el teatrino: