El libro es un homenaje a los cuentos infantiles clásicos de Charles Perrault, los Hermanos Grimm y Hans Christian Andersen, entre otros, que ha leído el autor. Por eso, en el transcurso de la historia van apareciendo los objetos mágicos de estos cuentos escondidos entre líneas. Aquí están las botas de siete leguas de Pulgarcito, las piedrecillas blancas en el sendero del bosque, la aguja con la que se pinchó el dedo la Bella Durmiente, el prendedor de Margarita, el guisante de la princesa, la cajita de fósforos de la pequeña niña en la nieve… Ciertas palabras con halo poético nos remiten también a aquellos cuentos: ruiseñor, lobo, rueca, ogro, duendes, viento, lluvia… Y al fondo del bosque, una casita encantada con siete camitas y una manzana enmarcada en la pared.
El autor nos ha contado una bella historia con los personajes y objetos que habitan su memoria afectiva para que cada lector los descubra y recuerde los suyos. Por eso “La noche de la huida” es un libro mágico cuyo colorido es también sugerente: negros, azules y rosa de papel secante… La última doble página es pura poesía visual.
Adolfo Córdova parece decirnos que los cuentos son espacios seguros donde refugiarnos como la niña del cuento en la casita del bosque. Y la ilustradora Carmen Segovia se confabula con el autor para ofrecernos un libro impecable en su diseño y estética. El libro invita a ser leído una y otra vez como cuando niños pedíamos que nos repitieran el mismo cuento porque en cada relectura aparecen nuevos significados en la espesura de las palabras. Un objeto cultural para compartir y atesorar.