Lo que cuentan las estatuas del mundo: Mirar desde lo alto

Por Sara Bertrand, escritora

Ver con ojos de una gárgola, un dragón o un moai de Rapanui. Ser un testigo mudo del paso del tiempo y saber que no olvidaremos. Que recordaremos la historia de una niña inmigrante en el puerto de Nueva York, por allá en 1900, que espera timbrar sus papeles para comenzar una nueva vida, o la hazaña de un gran jugador de pelota que prefirió la libertad a la gloria de un nuevo partido en el templo de los guerreros de Chichén Itzá hace mil años.

Ese es el ejercicio que nos propone Montse Ganges en Lo que cuentan las estatuas del mundo, libro ilustrado delicadamente por Imapla, y que narra siete cuentos imaginados acerca de los íconos del mundo: La estatua de la Libertad, el Chac Mool de Chichén Itzá, el moái Ko Te Riku, la Esfinge de Guiza, la gárgola de Santa María del Mar, las cariátides de Atenas y el dragón del palacio chino de Yuanmingyuan. Historias sencillas, de lectura rápida y bastante disímiles en cuanto a estilo y género que van acompañadas con las reseñas de cada uno de estos monumentos.

De esta manera Lo que cuentan las estatuas del mundo nos permite saber, por ejemplo, que Eiffel, el mismo de la torre de París, ideó la estructura que sostiene a La libertad de Nueva York, o que, al norte de la ciudad Prohibida, en Pekín, durante la dinastía Qing, se construyó Yuanmingyuan para honrar el poder de los emperadores. O que la gárgola que sobrevive en la basílica de Santa María del mar de Barcelona fue construida durante la Edad Media como guardiana de los malos espíritus.

El libro ofrece así dos lecturas complementarias: la de ficción, colocándonos en los ojos de estas esculturas monumentales que han recorrido miles de vidas, y la de no ficción, que nos permite conocer las suyas propias.

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