Libros de arte: la primera mirada

Cada libro tiene su historia particular, como las personas. Y, a veces, hay un momento preciso en que la idea toma su primera forma. Luego, con el aporte de muchos, la idea va creciendo y transformándose hasta llegar a ser un libro, este objeto cotidiano que nos ofrece el especial placer de la lectura y la contemplación.

La idea de la línea de arte de la editorial comenzó con una conversación informal acerca del arte y los niños. Uno de los participantes contó cómo le habían impactado de niño unas láminas con obras de varios artistas que tenía su abuelo. No eran muchas, pero las miraban con frecuencia, particularmente las de Picasso, que eran las que más le llamaban la atención. El abuelo le señalaba los colores que había elegido el artista, las formas que tomaban las figuras, a veces, muy extrañas. Como la que se llamaba Niña frente al espejo en que la mujer parecía tener dos caras. ¿Para dónde miraba? ¿Cómo podía estar de frente y de perfil al mismo tiempo? Y también recordó cómo había gozado con las láminas de Arcimboldo al descubrir que los personajes estaban hechos de frutas y de flores.

Estos recuerdos de infancia ilustran lo que muchos hemos tenido oportunidad de observar: cómo los niños se interesan por las imágenes, cómo distinguen desde muy pequeños las figuras, las formas y los colores, aunque se representen de manera compleja.

Y así, impulsados por la convicción de que los niños pueden enriquecer sus vidas al acercarse al arte, iniciamos nuestra línea de arte para niños.

El primero que abordamos, fue Ven a ver arte chileno: una invitación a los niños.

Ven a ver arte chileno

La idea de este libro era entregar herramientas para observar de manera más profunda las obras de arte haciéndose unas preguntas muy simples frente a las obras, como las siguientes:

¿Qué líneas veo aquí? ¿Son rectas, son curvas?

¿Qué colores veo aquí? ¿Son oscuros, son brillantes, son muchos, son pocos?

¿Cómo se han ordenados las figuras en esta obra? ¿Están al centro, a la derecha, a la izquierda? ¿En diagonal?

¿Qué historia nos cuenta esta pintura?

¿Qué mundo imaginario ha inventado este artista?

Pensamos que teniendo presente estas preguntas podemos aproximarnos a los museos con los niños mejor armados para, en familia, tener una primera experiencia de arte agradable, como sucede en el maravilloso libro de Anthony Browne que todos ustedes seguramente conocen: El juego de las formas. Los museos pueden ser apabullantes para los chicos -también para los grandes- e ir provisto de una guía para la observación puede hacer la diferencia.

En Ven a ver arte chileno, trabajaron arduamente los autores: Agustina Perera e Iván Larraguibel, que al mismo tiempo realizaron la producción de arte (Agustina) y el diseño del libro (Iván).

Se seleccionaron obras de más de cincuenta destacados artistas chilenos para apoyar la comprensión de algunos conceptos básicos como línea, color y composición. Como dicen los autores de Ven a ver arte chileno, “elegimos obras de diferentes épocas y estilos, de diferentes técnicas y soportes, a fin de mostrar a los niños una diversidad de propuestas que amplíen el mundo de sus experiencias estéticas. De igual modo que el gusto literario se desarrolla leyendo mucho, la sensibilidad a las expresiones artísticas crece si nos damos el tiempo para ver arte y para conocer más de las obras de los artistas que nos interesan. Esta es la invitación: a disfrutar los libros de arte y a visitar los museos y galerías con los amigos y la familia. El arte enriquece nuestras vidas”.

 

Y un libro lleva a otros

Para Ven a ver arte chileno revisamos cientos de imágenes de la obra de artistas chilenos de varias épocas. A medida que las veíamos, fuimos apartando algunas que podrían ser el germen de una colección para niños pequeñitos, de entre 9 meses y 3-4 años.

Nuestro propósito era experimentar desde un ángulo diferente al habitual. Generalmente en los libros para niños pequeños las imágenes se simplifican suponiendo que de esta manera a los niños de uno, dos o tres años les será más fácil reconocerlas. Pero esta suposición no toma en cuenta que la simplificación implica una compleja síntesis de las formas, como sucede en los libros de Dick Bruna, en que los objetos y las personas se transforman prácticamente en símbolos gráficos. Los libros de este autor holandés han marcado a la mayoría de libros para niños muy pequeños que se publican hasta ahora: formas simplificadas con un contorno negro destacado y colores fuertes y planos. Y es increíble cómo los niños son capaces de reconocer automóviles, casas, árboles y animales presentados de esta manera, en nada parecidos a la realidad que observa el niño, llena de tonalidades y de claroscuros y de una más compleja distinción entre forma y fondo.

Quisimos hacer algo distinto y exponerlos a imágenes complejas realizadas de manera libre y personal por los artistas, imágenes que no fueron creadas pensando en los niños. Así, apareció en 2015 Animalarte y un año después Frutarte y Transportarte. Una pequeña colección que reunía obras de arte de artistas chilenos alrededor de temas típicos de los libros para primerísimos lectores (concept books): los animales, las frutas y los medios de transporte.

ColeccionArte

Siempre pensamos que no bastaba, en este caso, hacer como otros “concept books” que anotan junto a la imagen solamente una palabra: aparece la imagen del perro y el texto dice tan solo perro. Las imágenes eran mucho más que eso y sentíamos que un texto poético podía establecer un estado de ánimo que facilitara la entrada de los lectores en el mundo creado por el artista. Y también dirigir la mirada hacia un objeto, resaltar una acción, un color.

Cuando se lee un texto breve que fluye con facilidad, se piensa que es sencillo lograrlo. Pero no, es un reto escribir con sentido del ritmo y el sonido y hacer contrapunto con una obra de arte. Creemos que María José Ferrada lo logró de manera estupenda. Es una voz dulce, cercana, de alguien que disfruta con la contemplación y conversa con la obra de arte.

Están las onomatopeyas, tan apreciadas por los niños, en Animalarte y Transportarte, sonidos que dan vida a las imágenes, y los deliciosos sabores de las frutas en Frutarte.

Hay también un juego sutil: el uso de la tercera persona en Animalarte, la primera en Frutarte y la segunda en Transportarte.

Después de esta colección, también producto de la exhaustiva revisión que hicimos para Ven a ver arte chileno, publicamos dos títulos monográficos: La maleta mágica con dibujos de Valentina Cruz y Cordillera azul con pinturas de Pablo Domínguez.

Para estos libros exploramos muchas vías infructuosamente hasta que dimos con un camino distinto: decidimos ir de un detalle de la obra a la imagen completa.

En el caso de los dibujos misteriosos de Valentina Cruz, aislamos una figura que presentamos, separada de la obra, en una doble página. Junto a la figura, una pregunta. Por ejemplo, ¿qué mira este hombre? O bien, ¿quién necesita un paraguas?… Y la pregunta se responde en la doble página siguiente con la presentación de la obra completa y una posible respuesta.

La maleta mágica

En el caso de Cordillera azul, nos centramos en los vibrantes colores de Pablo Domínguez, también yendo de un detalle de color presente en la obra a la obra completa.

Cordillera azul

Los libros de arte fueron por mucho tiempo un espacio que estaba dedicado a los adultos, pero ya no es así. Cada año aparecen libros para niños relacionados con el arte, explorando diferentes vías, acercamientos, formatos. Es un espacio fresco donde aún no hay parámetros establecidos y eso lo hace un campo editorial muy interesante.

 

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