Aunque a Monky lo cuidan muy bien, una tarde se pierde por accidente en un bosque donde vivirá el periplo más inesperado (y accidentado) que un peluche pueda tener. Este álbum sin texto, narrado magistralmente con tiernas imágenes, acaba con un azaroso pero feliz reencuentro. Un rescate editorial de un clásico de los años ochenta que no necesita palabras para encantar al lector, que aunque no sepa leer puede seguir fácilmente las secuencias.