«A la tienda fui a comprar un sombrero. ¡Ay, caramba! Pasó un rato y me dieron un… ¡gato!». La dupla tras Vamos a cazar un oso vuelve a conquistar con este simpático juego de confusiones, donde cada visita a la tienda es una sorpresa y un reto para adivinar qué vendrá después.
El ingenioso juego de palabras invita a la lectura en voz alta una y otra vez, en un guiño a la tradición oral.