Por Esteban Cabezas, periodista, escritor, editor y crítico gastronómico
Este año los navajo, tribu originaria de lo que hoy son los Estados Unidos, recibió la mayor compensación histórica en litigios: 554 millones de dólares, suma que tiene relación con compensaciones relativas a un pasado violento. En este mismo año los habitantes de Isla de Pascua han reclamado por la falta de protección que recibieron del gobierno chileno cuando fueron tratados como esclavos en el siglo XIX.
No fueron, no son ni serán los únicos. En el libro Genocidio, de la escritora canadiense Jane Springer, se expone la génesis de un término que tiene relación con exterminar a una especie, a una etnia, a una raza, a una religión. Genocidio es una palabra que nace tras el Holocausto, acuñada por el jurista judeo-polaco Raphael Lemkin como “la puesta en práctica de acciones coordinadas que tienden a la destrucción de los elementos decisivos de la vida de los grupos nacionales, con la finalidad de su aniquilamiento”.
Uno puede pensar que eso es historia pasada, pero este libro ahonda en conflictos actuales que, a veces, cuesta entender por su cercanía en años y su lejanía en kilómetros. Serbios y bosnios, hutus y tutsis, son ejemplos de guerras fratricidas en las que ser de una etnia específica es razón suficiente para ser el blanco de un ataque, sin mediar juicio ni argumentación. Así es como estos exterminios no se detienen en eliminar a ancianos, mujeres y niños. La idea es erradicar, exterminar, que no quede nadie.
En las páginas de Genocidio se despliega una información urgente para entender este mundo, pero también se expone un pasado escrito por los vencedores. Por lo mismo, cuenta los casos de grupos indígenas originarios que sufrieron de conquistas y pacificaciones, el eufemismo para robos y matanzas que, hasta el día de hoy, han quedado impunes.
Al terminar de leer sus páginas queda un retrogusto amargo, al tomar conciencia de una clase de crueldad que no tiene época ni visos de extinguirse. Para alguien que quiere quedar al día sobre el tema, joven o adulto, este es el libro perfecto.
Conciencia del mundo
Si Genocidio deja al lector con la sensación de no poder ayudar, Cambio climático, de Shelley Tanaka, por lo menos ofrece esa opción. Es otro el mundo que trata, la Gaia, y así va explicando en forma clara y ágil cómo estamos destruyendo esta nave espacial en la que vivimos. Con ejemplos muy claros –muchas de las extensiones de tierra dañadas las equipara con determinados países al decir “es lo mismo que todo Uruguay”–, estas páginas van construyendo una historia reciente de la destrucción del planeta.
Necesario y claro, también es cierto que hay más libros sobre esta materia. Pero el formato medio y el ser apto para lectores tanto adolescentes como adultos lo hacen muy recomendable como un aggiornamento que se lee en una pura tarde.
De todas formas, si hay que escoger sólo uno de los dos libros, Genocidio despierta más preguntas incómodas y empuja a discusiones que engrasan la maquinaria moral que hay dentro de uno.