Rima adivina: más que un libro, un artefacto espléndido

Por Micaela Chirif, poeta y autora de libros para niños

Sabemos que el primer contacto de un niño con las palabras se produce a través del puro sonido. Las palabras suenan mucho antes de significar. Por eso las canciones de cuna y las rimas son la bienvenida más temprana a nuestra lengua y su prosodia. Este libro se inserta en esa tradición, pero con un giro que lo convierte en una lectura perfecta incluso para niños y niñas que han dejado muy atrás la primera infancia.

En Rima adivina se reúnen un león, un oso, un gallo, un zorro, un gato, un rinoceronte, una serpiente y un ratón. La aparición de cada uno de ellos se produce en dos tiempos. En un primer momento, sobre la silueta apenas insinuada del animal, encontramos una redondilla-adivinanza en la que deberían rimar el segundo y el cuarto verso. Digo deberían porque hay un truco: la última palabra del cuarto verso, la que completaría la rima, falta, y eso obliga a adivinarla. Ayudado por el ritmo más que por el sentido del texto, el lector la anticipa con relativa facilidad y, al pasar la página, puede experimentar, en un segundo momento, el disfrute de confirmar su apuesta.

Examinado con cuidado, este sencillo acto de confirmación, posee una potencia singular porque al mismo tiempo que cierra el juego sonoro propuesto, revela un significado. Lo que ocurre al pasar la página es que, justo en el instante en que se confirma como sonido, la palabra se abre también al sentido, y lo hace, por supuesto, acompañada de una magnífica imagen. Así, la constatación se convierte también en un asombroso descubrimiento. La manera en que el libro consigue producir ese doble efecto es admirable, más admirable aún porque la breve pausa necesaria para pasar de una página a la otra permite que el lector experimente, desplegada en el tiempo, la ansiedad de la espera y el cosquilleo del disfrute anticipado, que, cuando llega, sin embargo, lo sorprende.

La lectura de Rima adivina trajo a mi mente dos asociaciones. La primera, un recuerdo de infancia: el placer que me producían las cartillas de abecedarios que vinculaban de manera perfecta un texto y una imagen. Ese placer provenía de la seguridad que me brindaba la constatación de que el mundo, aunque se tambaleara y amenazara por momentos con destruirse, podía ser un lugar confiable en el que las palabras y las cosas encontraran su correspondencia y su lugar. La segunda: la imagen del signo lingüístico saussureano y la fascinación que ejerció en mí cuando descubrí el Curso de lingüística general.

Rima adivina, de manera bella, compleja y rica, nos maravilla porque lo que hace no es otra cosa que mostrar al signo lingüístico en movimiento: lo vemos abrirse, desplegarse y cerrarse ante nuestros atónitos ojos sin que quede ninguna cicatriz. Una belleza. Una puerta a la aventura que nos acoge también como un refugio seguro para vivirla. Más que un libro, este es un artefacto espléndido en el que el texto, la imagen y la materialidad del objeto (un formato más grande de lo habitual para un libro en cartoné y un troquelado que contribuye a aumentar la expectativa) confluyen sin fisuras. La elegancia del trabajo del poeta Rafael Rubio, la belleza de las ilustraciones de Scarlet Narciso y el trabajo impecable de la editorial serán, estoy segura, un goce para las niñas y los niños.

 

Link al libro, en este enlace: https://ekaresur.cl/libro/rima-adivina/

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