Por María José González, periodista y especialista en LIJ
Travieso, Tomás desaparece en la cocina, el lavadero, el baño, en su cama y en su caja de juguetes. Y en este recorrido por los espacios domésticos es testigo de la erupción de un volcán en la prehistoria, monta en un unicornio en una selva poblada por gorilas, se convierte en astronauta y viaja al espacio, vuela a una isla tropical y conversa con un jaguar.
Mamá lo encuentra en su caja de juguetes, justo a tiempo para darle el pastel que preparó mientras Tomás viajaba con su imaginación, inspirado en los objetos cotidianos y los juguetes que conforman un mundo infantil que supera ampliamente los límites de su casa roja.
La simplicidad del texto de Micaela Chirif, la estructura repetitiva de las situaciones, el llamado insistente de la madre, el viaje imaginario y la voz del narrador que nos introduce en la complicidad entre el niño y la madre, están espléndidamente acompañados por las ilustraciones de Leire Salaberria.
En efecto, las ilustraciones recrean para el lector tanto la realidad del hogar, con sus objetos familiares, como las aventuras ficticias que Tomás emprende a partir de los propios elementos de su entorno inmediato.
Así, su libro y sus miniaturas de dinosaurios lo llevan a la cima de una meseta frente al volcán en erupción; el unicornio de madera que tira de un cordel y el reloj de gorila que marca la hora en la cocina se convierten respectivamente en una montura que le permite recorrer la selva plagada de gorilas que lo miran pasar; el balde del lavadero es el casco del astronauta en camino a la luna; la cortina de baño con motivos de pájaro es la bandada de aves tropicales, y el cubrecama es el lugar de donde sale el jaguar, con quien conversa sentado en un tronco.
Las ilustraciones transitan con coherencia entre la realidad y la fantasía, y comparten la dinámica lúdica a partir de pequeños guiños en este juego de buscarse y encontrarse. Descubrimos al perro de Tomás y reencontramos los objetos domésticos en los mundos fantásticos que recorre el niño. Creemos también vislumbrar referencias intertextuales a autores como Antony Browne y el viaje espacial del mono en su libro “Cosas que me gustan” o la vegetación exuberante y colorida de la isla en “Tres monstruos” de David McKee.
En suma, un libro-juego para pequeños lectores que quieran embarcarse con Tomás y Mamá en su barco imaginario; y un libro para lectores grandes que aprecien la complejidad del libro álbum para la primera infancia y respeten la inteligencia lúdica de los niños.