Hamamelis y Miosotis son muy buenos amigos. Se visitan mutuamente y siempre toman cacao caliente o leche azucarada. Pero esta vez, ambos tienen muy buenas razones para estar tristes: las pantuflas de Miosotis, de tan viejas, tienen huecos; y a la taza de Hamamelis, de tan vieja, se le rompió una oreja. Sin embargo, no pasa mucho tiempo antes de que ambos se lleven una gran sorpresa.